En la parroquia de Albeos, en el lugar de "Mosteiro" se conservan las ruinas del monasterio mandado edificar por el obispo de Tui, Hermoigio, en recuerdo del martirio de su sobrino, el niño Pelayo. Su fundación se remonta a la segunda mitad del siglo X, siendo construido en el sonar de los padres del niño y con los bienes que este debía heredar. Se trata de ruinas de grande importancia como testimonio del arte románica en la diócesis de Tui.
El Monasterio de San Paio funcionará posteriormente como convento, dedicándose a San Salvador y estando habitado por monjas benedictinas que se finalizarían trasladando a Santiago al convento de San Paio de Antealtares, quedando en ruinas lo de Albeos. La fecha de la fusión y desaparición del monasterio de San Salvador fue el año 1504 por aprobación del Papa Julio II el 1 de Octubre a petición de los Reis Católicos, y a consecuencia del documento expedido por el Papa Alejandro VI el 26 de Marzo de 1494 para la anexión de los conventos benedictinos que de escaso personal vivían en los monasterios esparcidos por Galicia. Se convertirá en un priorato administrativo que tras la desamortización eclesiástica de Mendizábal de 1836 queda en estado ruinoso, pasando posteriormente la manos particulares.
ES escasa la documentación que existe de este monasterio durante la Edad Media, siendo este el momento de pleno desarrollo monacal. Los foros, eran la riqueza del monasterio, siendo casi el único caudal documental que no llenarían este hueco histórico de la Edad Media. El documento más antiguo conocido es lo de una donación que María Núñez, monja de Albeos, hace al Mosteiro de San Clodio en el año 1231, un 27 de octubre.
La parte conservada del que debió ser la casa-cuarto del convento, posee una planta cuadrangular, con unas dimensiones de 14 x 11 m. Presenta un imafronte con un arco de gran dovelaje cuya factura sería del siglo XVII. De la iglesia solo quedan dos columnas pegadas a la pared de la dicha casa-cuarto con sus capiteles románicos de decoración vegetal. Entre las dos columnas se conserva una ventana rectangular y una puerta central de arco semicircular y duelas regulares que comunicaría la casa-cuarto con la iglesia. En la mismo imafronte continúa la pared en la que hay una puerta de arco semicircular con dolerlas resaltadas alternadamente y un tímpano sobre dos mochetas que representan dos cabezas de carnero. El tímpano de una sola pieza tiene en relieve una gran circunferencia con una cruz patada central sobre la que se entrelaza formando una rosa de cuatro puntos.
Se conserva además, un tímpano con decoración románica, presidido por un pantocrátor sentado y nimbado, lo cual sostiene un libro con la mano izquierda y bendice con la derecha. Un ángel y un querubín de pie, apoyados en el lintel, insírense en el espacio sujetando la mandorla que encierra el pantocrátor. El dicho tímpano se apoya sobre dos mochetas decoradas con cabezas de carnero que a su vez se apoyan sobre xambas.
La iglesia era el lugar en el que se ofrecía la misa parroquial además de ser lugar de enterramiento. Tenía planta de cruz latina, con una sola nave en cada uno de los brazos y su cabecera estaba compuesta por tres capillas semicirculares, la central destacada, albergaba el altar mayor. La techumbre era de madera a dos vertientes.
Hay que tener en cuenta que tanto la iglesia como la casa conventual fueron objeto de despojo continuado, ejemplo de eso es que entre los siglos XVII y XVIII, la iglesia parroquial de Albeos fue construida con material de este monasterio.
En cuanto a la historia del nuevo mártir San Paio, nacido en esta parroquia de Albeos, según cuenta a tradición en el año 911 o 912, era sobrino del obispo de Tui, Hermoigio, que fue capturado por Abderramán III (primer califa de Córdoba, 922) tras la derrota del rey Ordoño II en la batalla de Valdejunquera.
La libertad del obispo fue cambiada por algunos rehenes entre los que se encontraba su sobrino Pelayo, que contando con diez años estuvo en prisión tres años y unos meses hasta que finalmente fue martirizado al negarse a convertirse a la religión musulmana y por no ceder a las peticiones de abuso por parte de Abderramán III, fijándose su martirio el 26 de junio del año 925.
Segundo algunos, su cuerpo fue mutilado y echado al río Guadalquivir, otros dicen que una catapulta lo lanzó desde un patio del alcázar hasta la otra orilla del Guadalquivir donde casi muerto fue degollado. También se alude la otro martirio siendo desgarrada su carne con tenaces.
Los cristianos le dieron sepultura y sus reliquias fueron trasladadas a un monasterio benedictino de León en el año 967 que bajo la advocación a San Pelayo lo había fundado el rey don Sancho I. En los días de la invasión de Almanzor, concretamente en el año 996, el cuerpo fue trasladado al monasterio de Sano Juan Bautista de Oviedo, también de religiosas benedictinas que por honra al niño mártir pasó a llamarse de San Pelayo, y del cual se trajo la Albeos una reliquia.
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